Todavía en el vientre de la madre, lo que resuena en el útero es su voz. La voz del padre. Del sonido informe de las voces, los bebés nacen sabiendo lo que les rodea. Afecto o conflicto.
La voz fue el primer vehículo. Las tragedias y comedias griegas no nacieron en el escenario. Nacido en la voz. La poesía multiplicó su lírica cuando empezó a hablarse.
LA EMOCIÓN SUCEDE EN VOZ ALTA
El cine nació primero en la voz. Las primeras imágenes en movimiento fueron contadas por alguien de la tribu que tenía el don del habla. Y el cine renació cuando ganó en sonido. Cuando ganó una voz.
Lo más esperado por un enamorado es escuchar un “te amo”. no es leer No es imaginar. Ni siquiera es sentimiento. Es escuchar la voz del otro decir.
Si una imagen vale más que mil palabras, una voz que conecta con nosotros vale más que mil imágenes. Porque el sonido de la voz nos atrapa en un lugar íntimo e invisible. Ancestral.
El mundo cambia rápido y los estímulos se multiplican vertiginosamente. Vemos. Lo sentimos. Interactuamos. La era de la velocidad. La era de la información inventa y reinventa sus formas y trata de atraparnos en todos los sentidos. Y tantas veces nos perdemos en esta cacofonía de sentidos y estímulos.
Cuando nos damos cuenta estamos en este laberinto y este huracán de mensajes. Y la sensación es que ya no entendemos nada.
Hasta que una voz nos rescata y, contradictoriamente, crea el silencio necesario para que la escuchemos.
El mundo puede dar todas sus vueltas. Más rápido y más tecnológico.
Pero nada sustituirá jamás a una voz que nos lleva de la mano, nos conmueve y nos cuenta una buena historia.
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Everton Behenck
Poeta, editora, locutora y directora creativa de la agencia África.